El origen de estos trastornos puede ser emocional, personal, familiar o sociocultural, y las redes sociales pueden actuar como detonante
Las redes sociales han cambiado muchos aspectos de la vida cotidiana como la forma de relacionarnos con el resto de la gente, la forma de encontrar información y entretenimiento o la manera de descubrir nuevas culturas. Todo ello es muy positivo para que la mente esté abierta a descubrir mucho más allá de lo que a una persona le rodea en su zona de confort.
Sin embargo, las redes sociales también han influido negativamente en la visión del propio cuerpo, en la autoestima y en las comparaciones con las vidas ‘perfectas’ que hacen ver las publicaciones que diariamente se publican. Esto y tantos otros factores pueden suponer graves problemas de salud mental en personas vulnerables, agravando algunas enfermedades como los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Estos trastornos consisten en una relación patológica con la comida y en una idea obsesiva relacionada con la imagen corporal.
El mal uso de plataformas como Instagram puede dificultar la recuperación de alguien que ya está diagnosticado de un TCA o favorecer el desarrollo del mismo en otras personas que normalicen ciertos comportamientos poco saludables y generen un pensamiento negativo sobre ellos mismos mediante la comparación constante con otras personas.
En la mayoría de los casos hay algunas señales que pueden ayudar a identificar un posible trastorno de conducta alimentaria, por ejemplo, la obsesión por la comida, cambios bruscos en los hábitos de alimentación, tendencia a querer comer a solas, aumento de la impulsividad y falta de control con algunos alimentos en concreto, inestabilidad emocional o hacer ejercicio físico de manera muy estricta y en exceso.
El tipo de contenido que encontramos en las redes sociales en la mayoría de las veces está retocado, es por ello que se crea una idea de perfección que no existe realmente y que solo genera inseguridades en aquellas personas que no son capaces de discernir entre un contenido real y algo preparado de forma que parezca ideal.
Además, diferentes estudios demuestran que las chicas preadolescentes son más influenciables por las redes sociales haciendo así que desarrollen algún trastorno de la conducta alimentaria, así como una autoestima poco sana, ansiedad y depresión con más facilidad que cualquier otro sector de la población.
Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, los TCA afectan a entre el 4,1% y el 6,4% de las jóvenes de 12 a 21 años. Y desde que comenzó la pandemia del COVID-19 los casos han aumentado un 20% y están afectando a una edad cada vez más temprana.
Está claro que el desarrollo de un TCA es multifactorial, es decir, intervienen factores biológicos, familiares, psicológicos, ambientales y socioculturales. Pero los cánones de belleza que interiorizan, especialmente las niñas y posteriormente las adolescentes, son reforzados por las redes sociales A lo que se suma el hecho de que subir contenido personal expone a las jóvenes a una evaluación para la que con frecuencia no están preparadas.
Muchos adolescentes usan las redes sociales como medio para lograr cierta aprobación, tanto dentro como fuera de su círculo cercano. Todo ello junto con el uso de filtros, la presión por la imagen corporal, la publicidad engañosa y la sobreinformación nutricional, conforman una serie de factores de riesgo predisponentes que pueden desencadenar un TCA.
Cuando alguien sufre un Trastorno de Conducta Alimentario, también desarrolla una hipersensibilidad a los estímulos externos (tus amigos, familiares, los contenidos que consumes etc.…) y las redes sociales son un posible potenciador. Los teléfonos móviles son una ventana infinita a información, y que si bien hay aspectos muy positivos en su uso, también existen riesgos a tener en cuenta como la idealización del aspecto físico y no aceptar ciertos cuerpos porque no son como los de las influencers.Es por ello que surge la necesidad de conseguir, principalmente entre los jóvenes, un uso responsable de las redes sociales. Siendo consciente de que no todo lo que otras personas publican es real, que todo en Internet está pensado para que sea atractivo y que las comparaciones no son sanas ya que cada uno es único y especial.